Diego Rivera fue un pintor revolucionario en más de un sentido. Comenzó a estudiar en la escuela de arte a los once años y en sus veintes ya era una de las figuras más influyentes de la escena parisina del aún joven siglo XX, junto a Picasso, Modig liani, Braque, Gris y Blanchard. Los murales que Rivera pintó en México y Estados Unidos reflejan la contradictoria turbulencia de su carácter y su tiempo. Conoció a Lenin en París y a Stalin en Moscú, y le dio asilo a Trotsky durante su exilio en México, al tiempo que aceptaba encargos de los gigantes capitalistas de la época, como Henry Ford y John D. Rockefeller. Su incansable laboriosidad sólo puede compararse con su febril entusiasmo vital, un rasgo que le hizo buscarse numerosas amantes y cuatro esposas, entre ellas Frida Kahlo, con quien sostuvo una intensa relación que sigue siendo una de las más memorables de la historia del arte.
Francisco De La Mora José Luis Pescador Grijalbo