No hay lugar para los cuerpos enfermos ahí donde la salud ha suplantado a la virtud. Hoy día, la enfermedad, además de costarle el empleo o llevarlo a la ruina, puede llegar a convertir al enfermo en objeto de rechazo. En la búsqueda de una fundamentación más justa de la sociedad, este ensayo apuesta por convertir la experiencia patológica en un ejercicio de libertad, en una forma de reivindicación del espacio que el enfermo habita y comparte con todos nosotros.
Marco Sanz Akal