Nunca imaginé que en una isla perdida del Canal de la Mancha conocería a alguien que me cambiaría la vida. Y mucho menos que, un año después, aquella oscura y pequeña isla me llamaría de nuevo, como el suave canto de una sirena, para mostrarme otra vez la luz o quizás para atraparme entre sus sombras.
Esther Sanz VRYA